Tras la apuesta de Trump en Jerusalén, el mundo debe reconocer a un Estado palestino. - Daniel Barenboim

Tras la apuesta de Trump en Jerusalén, el mundo debe reconocer a un Estado palestino.
Daniel Barenboim

La decisión del gobierno de Estados Unidos de trasladar a Jerusalén la embajada estadounidense en Israel y, al hacerlo, reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, es la última de una serie de decisiones geopolíticas relacionadas con el conflicto israelí-palestino.  Si no se rechaza esta decisión de forma clara y decidida, se seguirá obstaculizando la oportunidad para poner fin a este conflicto.
El resurgimiento de la violencia provocada por la decisión de Estados Unidos, junto con las reacciones internacionales al respecto, muestran que todos los actores involucrados deben volver a considerar ciertos aspectos del conflicto.  Durante varias décadas, la comunidad internacional ha estado discutiendo la posibilidad de una solución de dos Estados, aunque esto obliga a preguntarse: ¿dónde está ese segundo Estado?
El conflicto israelí-palestino difiere de otros conflictos que se han librado a lo largo de la historia de la humanidad.  En este caso, el choque no es entre dos naciones o Estados, sino entre dos pueblos que insisten igualmente en su derecho al mismo pequeño pedazo de tierra y están igualmente determinados a vivir de él, preferiblemente sin el otro.  No puede haber una solución militar o puramente política para el conflicto; tiene que haber una solución humana.
Los hechos del conflicto son bien conocidos y no es necesario detallarlos aquí.  La decisión en 1947 de dividir a Palestina fue rechazada por todo el mundo árabe en ese momento.  La decisión, o la respuesta a ella, puede haber sido un error, pero desde una perspectiva palestina fue un desastre.  No obstante, la decisión se tomó y todos tuvimos que aprender a vivir con las repercusiones.  Hace mucho que los palestinos renunciaron a su reivindicación de toda Palestina y aceptaron la división del territorio.  Israel, por otro lado, continúa construyendo asentamientos ilegales en tierras palestinas, lo que revela una falta de disposición para emular el enfoque palestino.
Hay una medida de simetría en algunos aspectos del conflicto, mientras que otros aspectos son asimétricos: Israel ya es un Estado, un Estado muy poderoso y, como tal, debe asumir una mayor parte de la responsabilidad.
Hoy en día ya nadie cuestiona seriamente el derecho de Israel a existir, sin embargo, el mundo está dividido en el tema más amplio de Israel.  Por un lado, hay naciones que se sienten responsables del tratamiento cruel a los judíos en Europa y solo podemos estar agradecidos de que este sentido de responsabilidad continúe en la actualidad.  Por otro lado, todavía hay personas que niegan el Holocausto, una actitud que alimenta a algunos de los grupos más extremistas en el mundo árabe, lo cual es una buena razón de preocupación para población judía.   Y, sin embargo, a pesar de todas las críticas justificables de la hostilidad palestina hacia Israel, la crítica no debe verse como una continuación del antisemitismo europeo.
A la luz de la decisión unilateral tomada por Estados Unidos, hago el siguiente llamamiento al resto del mundo: reconozcan a Palestina como un Estado soberano del mismo modo que han reconocido a Israel como Estado.  No se puede esperar un compromiso entre dos pueblos, o incluso dos personas, que no reconocen la existencia del otro entre sí.  Para que se alcance una solución de dos Estados, primero necesitamos tener dos Estados, y la situación actual no es así.  Palestina ha estado ocupada durante 50 años y no se puede esperar que los palestinos entablen negociaciones en las circunstancias actuales.  Todas las naciones seriamente interesadas en una solución de dos Estados deben reconocer a Palestina como un Estado soberano y al mismo tiempo exhortar a que de inmediato comiencen negociaciones [de paz] serias [entre israelíes y palestinos].
Las medidas unilaterales, como la decisión estadounidense, solo pueden empeorar la situación ya que ofrecen una falsa esperanza a una de las partes y aumentan la desesperanza en la otra.  Solo pueden ser vistas como provocadoras.  Si no fuera por la historia de los últimos 70 años, un Estado binacional podría haber sido una opción razonable.  Pero la vacilación en ambos lados tiene que verse por lo que es: la solución de dos Estados es la única opción viable, y dos Estados autónomos son un prerrequisito para lograrlo.  La única forma de garantizar justicia para los palestinos y seguridad para Israel es que existan dos Estados que estén hombro con hombro en pie de igualdad.
Respecto a Jerusalén, la solución parece lógica: Jerusalén es una ciudad tan sagrada para los judíos como lo es para los musulmanes y los cristianos. Como parte de una solución de dos Estados, no encuentro ningún problema en tener a Jerusalén Occidental como capital de Israel y a Jerusalén Este como la capital de Palestina.
Así, hago un llamado a todos los grandes países que aún no han reconocido a Palestina como Estado soberano para que lo hagan ahora y que prometan, al mismo tiempo, entablar negociaciones sobre la definición de fronteras y otros asuntos esenciales.  Lejos de representar una medida anti-israelí, este sería un paso hacia una solución aceptable para ambas partes.  Es más que claro que ambos pueblos, israelíes y palestinos, tendrán que desear la paz por igual.
Ninguna solución puede ser impuesta a las partes desde el exterior.  Es por eso que daré un paso más y exhortaré a las naciones de Israel y Palestina para que declaren -sin titubeos- que ya han tenido suficiente de este conflicto que ha durado décadas y que anhelan finalmente la paz.

*Daniel Barenboim es conductor de orquesta, pianista, escritor y activista.

Artículo de opinión publicado originalmente en The Guardian como “After Trump’s Jerusalem gambit, the world must recognise a Palestinian state” el 22 de diciembre de 2017 https://www.theguardian.com/commentisfree/2017/dec/22/trump-jerusalem-disaster-palestinian-state-israel

Traducción al español: José Hamra Sassón

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